La guerra de los mundos

carro de fuego

El título lo usó originalmente Hebert George Wells en su  novela de ciencia ficción publicada por primera vez en 1898, y describe una invasión alienígena –marciana- a la Tierra. Desde ese entonces la idea ha girado, evolucionado y crecido abundantemente. Con la ayuda de la tecnología la tan reputada invasión ha tomado matices palpables, realísticos y los extraterrestres han invadido de hecho, el público, las audiencias del mundo, sobre todo en los videos juegos.

Si escucháramos dentro de los diálogos entre los supuestos invasores frases como:

-“Mi reino no es de este mundo”,  -“Ellos están en el mundo pero no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo”.  – “si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado”, no nos sorprenderíamos.

-¿Cierto?

Pero no son extraídas de la ciencia ficción.

Estas palabras fueron dichas, se usaron y están escritas, no en la novela de Wells, sino en el Evangelio de Juan.

Es más, otro de los escritores, Mateo, habla de legiones de ángeles:

-¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? Mateo 26:53

Seres brillantes, alados, invencibles.

Los invasores son poderosos, llegan con toda su maquinaria de guerra y, desde el cielo lanzan rayos de fuego, que tocan, matan e incendian ciudades. Ante la furia de uno de esos seres, los humanos corren y se esconden.

Uno puede hacer correr a cientos.

-Uno.

-Espera.

-Sólo uno de ellos.

-Lee conmigo:

“Y aconteció que aquella misma noche salió el ángel del Señor, y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se levantaron por la mañana, he aquí que todo era cuerpos de muertos”

El ángel mató a ciento ochenta y cinco mil.

Uno mató a ciento ochenta y cinco mil.

Jesús podía, con sólo pedir, tener a su disposición doce legiones. Siendo mesurados en el número de integrantes de una legión y de acuerdo con el historiador Polibio, podemos redondear en cinco mil la cantidad. Doce por cinco mil da sesenta mil.

Uno mató a ciento ochenta y cinco mil. ¿Cuántos serían muertos por sesenta mil?

Déjame usar números: 11.100.000.000… Once mil cien millones.

La población de la Tierra al día de hoy se calcula en unos siete mil millones.

Resumiendo, su hubiera una guerra entre la Tierra, y los ejércitos celestiales, seríamos aniquilados en un abrir y cerrar de ojos.

Hay evidentemente dos mundos.

Este mundo tiene un príncipe.

Poderoso, implacable, asesino y mentiroso.

¿Tenía Jesús poder para destruir el príncipe de este mundo, sus huestes, potestades y principados?

-Claro que sí. Pero no vino a eso.

-Vino a mostrar la verdad, a desenmascarar al diablo y sus legiones.

-En aquella oportunidad no vino a eso.

En las películas de ciencia ficción, tanto como en las guerras, se mata y se muere. Se derrota al enemigo mediante la aniquilación de sus fuerzas.

Pero la lucha no es contra carne y sangre. Imperios se han levantado, crecido y desaparecido. Invasores han sido rechazados. Pero las guerras continúan. Los conflictos aumentan.

La guerra no es contra personas.

EL mal tiene muchas caras. Un tirano es derrotado y en poco tiempo se levanta otro.

La Biblia aclara quien es el enemigo:

-“Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes (gobernantes) de este mundo de tinieblas, contra las fuerzas espirituales de maldad en las regiones celestes” Efesios 6:12

El diablo usa a los hombres para destruir a los hombres, y mantiene permanentemente sus fuerzas invisibles peleando para destruir la raza humana.

¿No lo sientes?, ¿No lo ves?

No eres el único que no ve, que puede sentir miedo ante un gran despliegue de fuerzas aterradoras.

Setecientos años antes de Jesucristo, del mismo lugar donde ahora se matan unos a otros, de Siria, un enorme ejército vino a Israel a buscar a un hombre, a Eliseo el profeta.

El profeta estaba en Dotán, unos doce kilómetros al norte de Samaria, dentro de la región norte central de lo que hoy es Cisjordania.

El sirviente de Eliseo se asustó mucho al ver el gran ejército.

Acá está el relato:

– “Entonces envió el rey allá gente de a caballo, y carros, y un gran ejército, los cuales vinieron de noche, y sitiaron la ciudad. Y se levantó de mañana y salió el que servía al varón de Dios, y he aquí el ejército que tenía sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo: !!Ah, señor mío! ¿qué haremos?

– Él le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos.

Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo. 2 Reyes 6:14

La guerra de los mundos está en pleno desarrollo.

Que no la veas no significa que no suceda.

Es una guerra en la que no podemos permanecer neutrales.

La pregunta es:

¿Tú, en qué bando estás?

 

Te saluda

Roosevelt Jackson Altez

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